Cuando Barbara Hulanicki se planteó cómo presentar su nueva boutique Biba en Kensington Church Street, vio claro que la estrategia que había llevado a cabo en sus anteriores tiendas era su mayor distintivo. Al contrario que la mayoría de tiendas actuales, Biba no era un espacio luminoso, abierto y amable; se trataba de una tienda envuelta en un halo de misterio que sólo podía ser descubierta cruzando el umbral de la puerta . Sus escaparates pintados de negro no permitían ver el interior. Unas inmensas letras doradas sobre un fondo negro eran la única pista de lo que albergaba su interior.
Biba era como la cueva de Alí Baba y los cuarenta ladrones. La tienda enfatizaba en su interior un ambiente reservado y oscuro gracias a la colocación estratégica de sus diseños cuidadosamente iluminados de manera que fueran los protagonistas de una historia y verdaderos objetos de deseo. Acudir a Biba era como visitar la casa de un singular y bohemio personaje.
El negro y dorado, luz tenue, detalles de marabú y terciopelo, un ambiente distendido y la pasividad de sus dependientas crearon una leyenda que poco a poco fue dándose a conocer hasta convertirse en el lugar de peregrinación de cientos de jóvenes todos los sábados. El ansia por encontrar la prenda ideal para el sábado noche fue invadiendo Londres, y poco a poco, más allá del canal de la Mancha. Biba era sinónimo de modernidad, exotismo y rock & roll. Un espacio de estilo retro chic que mezclaba la efervescencia y locura de los años sesenta con reminiscencias victorianas, art déco y la decadencia de las antiguas estrellas del Hollywood.
La aventura acabó en 1975 debido a alianzas mal gestionadas con grupos que sólo buscaban resultados económicos olvidando la esencia de la firma, sin embargo, su influencia pervive hoy, y no sólo gracias a un apurado comeback de la mano de la diseñadora Bella Freud en 2007; parece que Tom Ford se ha inspirado en el exotismo de Biba en su nueva campaña para el perfume Black Orchid.
Una modelo de larga y ondulada melena rojiza, piel pálida, maquillaje y fondo monocromático en color púrpura... Todos ellos rasgos característicos de Biba. Pero no todo queda allí, ¿no os recuerda el secretismo de las colecciones de Tom Ford al singular ambiente misterioso de la boutique Biba? ¿Fue Barbara Hulanicki la instigadora de reconvertir la acción de comprar en una toda una nueva experiencia?