El otro día por pura casualidad encontré esta foto:
Se trata de
Andy Warhol firmándole la camiseta a
Brooke Shields en la inauguración de la
tienda neoyorquina de
Fiorucci.
Immediatamente recordé que de pequeña era típico coleccionar unas cajitas de latón pintadas. Eran muy pequeñitas y las había de todos los colores, estampados y motivos, ¿os suena?.
Recuerdo que hasta las había de marca, y que yo tenía una de Fiorucci y otra de Privata, entre otras muchas. La mayoría me las regalaban, y supongo que alguien algo mayor que yo, porque en esa época no me enteraba de nada en tema marcas, debió de pensar que una de Fiorucci era lo más de lo más, y me la compró.
Lo curioso del tema, es que me puse a buscar en una vieja mesita de noche dónde aún guardo cachibaches de la infancia, y la única que encontré es la de Fiorucci!! Es azul y tiene un dibujo de chicas y chicos en la playa. Muy californiano, vaya.
Pues nada, que acto seguido tecleé Fiorucci en busca de imágenes y historias.
La firma fue creada en 1967 por
Elio Fiorucci quién trajo a Milán el estilo londinense de los Swinging years y el más puro americano. A finales de los 70´s se establecieron en
Nueva York, dónde se convirtió en la marca icónica de la movida de Studio
54 y se popularizó a raíz de producir
ropa hasta entonces considerada underground:
estampado de leopardo,
tangas brasileños y su gran innovación: los
pitillos.
Así que sus
campañas publicitarias estaban llenas de
exceso, diversión y color; es decir, que fueron una expresión del desmadre propio de la década de los 70´s. Su imagen más popular era la
chica sexy y despreocupada en leggins o ajustadísmos jeans y camiseta. Una concepción sexual y lúdica pero sin pretensión de artificialidad pomposa.
Precisamente la intención de mostrar la marca como un
estilo de vida acorde con los tiempos es lo que más me interesa de los anuncios de Fiorucci. Y cómo, repasándolos actualmente, podemos captar el clima de excitación y libertad de esa época. También me atrae esa imagen de chica moderna y sexy pero sin caer en tópicos ni ser púramente deseo. La
chica Fiorucci se siente cómoda con su cuerpo y no está preocupada por pretender ser sexy, porque sabe perfectamente que lo es. Su deseo no es otro que vivir la vida y pasarlo bien, pero sin resultar cargante o demasiado predecible.
Esa pretensión de mostrar la marca como
lifestyle está ahora más al día que nunca, pero ya podéis ver que
no es un invento contemporáneo, como casi todo, ya estaba inventado...
Lo que me hace gracia (por no decir un poco de pena) es el equivocado
mimetismo que otras firmas de ropa básica y casual han copiado sin darse cuenta de que no están captando lo esencial, sino lo típico y tópico: una chica mona enseñando carne en actitud pseudo- lasciva. Bueno, quizás sí que esté acorde con lo tiempos que corren: simplicidad a raudales. Aunque yo prefiero seguir delitándome con el grafismo de Fiorucci de los 70´s que con el de ahora, que no es otro que una imaginería de disco pachanguera en horas bajas.